llego en la noche,
después de un día duro de trabajo,
pongo en el portátil aquella canción,
esa canción que me hiciste bailar ese día,
donde me cantabas al oído mientras me desnudabas.
Llego en la noche,
y pongo esa canción,
aquella que me hace soñar de nuevo,
estoy sola, no hay nadie,
cierro los ojos y me transporto a ese momento,
donde fuimos uno,
donde no solo desnudamos el cuerpo,
si no también desnudamos el alma.
Llego en la noche,
y estoy sola en mi habitación,
mientras suena nuestra melodía,
canto y me muevo al compás de la misma,
acaricio mi cuerpo imaginando que son tus manos,
una sonrisa dibuja mi rostro,
porque siento que eres tu quien contempla ese momento.
Llego en la noche,
y mientras suena nuestra canción,
recuerdo esos momentos,
llenos de pasión, llenos de dulzura,
donde mientras recorrías mi cuerpo,
me decías que era perfecta,
mientras nos dejábamos llevar por la lujuria,
nos uníamos de una forma que nos marcaría la vida.
Llego en la noche,
estoy sola en mi habitación,
se esta terminando la canción,
vuelvo despacio a mi realidad,
pero algo cambio, ya nada es igual,
porque cada vez que escuche esa canción,
me recordará el momento en que nos volvimos uno,
donde la dulzura y el amor se mezclo con la lujuria y la pasión.
Llego en la noche,
estoy sola en mi habitación,
la canción terminó,
pero mi sonrisa sigue intacta,
mi cuerpo sigue ardiendo,
de solo de recordar ese momento,
gracias a esa canción,
a esa hermosa canción,
que ahora es un tatuaje en mi cuerpo,
una poesía en mi alma,
y un soneto en mi corazón.
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